20 octubre 2016

Periodismo misogino, violento y maltratador

A días de un paro nacional de mujeres contra la violencia de genero, periodista estrella del Grupo Clarin insulta de la peor manera a una mujer, por tele, en prime time, diciéndole: "pobre vieja enferma y sola" (ver) El periodista asegura que la volvería a insultar a Cristina con el argumento de que: "No fue violencia de género" sino "violencia verbal" (ver)


Antes que nada recordarle al showman televisivo que en marzo de 2009 se sancionó la ley 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, para abordar los distintos tipos de violencias ejercidas contra las mujeres, entre las que se incluyen la doméstica, institucional, de libertad reproductiva y obstétrica, mediática y laboral.

Si bien hubo mucho silencio y complicidad en los medios tras los insultos del periodista hacia la ex presidenta, no faltó el repudio y el rechazo a tan miserable actitud (ver)
También cabe mencionar la intervención de la diputada Maria Fernanda Raverta



 No podía faltar que se sumara la inefable "Marga"
Con el objetivo puesto en proteger a las mujeres de la violencia que se ejerce sobre ellas, en los últimos años, el Poder Ejecutivo y el Congreso de la Nación promulgaron una cantidad normas, entre leyes y decretos, como parte de una política de inclusión e igualdad (ver)

Y ya que estamos repasemos el enojo de una periodista del Grupo Clarin con una manifestante del #NiUnaMenos


  
Mientras desde algunos sectores desestiman la problemática y todavía abordan el problema como “crímenes pasionales” un informe revela la violencia simbólica que se ejerce sobre las mujeres y las repercusiones violentas que esto trae.(ver)


La revolución de las mujeres puede tener consecuencias tan hondas y durables como las que se iniciaron hace 71 años, el 17 de octubre de 1945, y fertilizarán todo el suelo político, como ocurrió con la resistencia pacífica de los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado. Otra vez se manifiesta así el desconcertante excepcionalismo argentino (ver)